NHEER: Capítulo 4

Sasuke no necesitaba preguntarle a toda su familia, hablar con su padre bastaba.

Apenas terminó sus otras labores se dirigió a su antiguo hogar. Intentó intimidar, como era habitual, al temeroso secretario, sin embargo no lo consiguió. Fugaku estaba en una reunión con más representantes de familias de alto rango, discutiendo sobre los donceles. Una vez finalizada la junta ingresó al despacho cerrando violentamente las puertas, asustando a la vez al secretario. Fugaku supo en ese momento que Sasuke venía por algo importante.

-¿Que sucede?

-Tu informe -Lo lanzó sobre el escritorio. Nuevamente su padre dejó pasar tal conducta.

-Pudiste mandar a uno de tus empleados.

-Vengo por algo más.

-¿Qué cosa?

-Quiero que me cuentes la historia sobre el origen de los donceles.

El mayor de los Uchiha retiró sus lentes, le ordenó a su secretario que nadie los interrumpiera.

-¿Por qué deseas saberlo ahora Sasuke?

-Porque nunca antes me interesó saber, ahora sí.

-Siéntate por favor.

Sasuke obedeció, se encontraba tan alterado por su última vivencia con Naruto que mantenerse en pie no era una opción.

-Los donceles fueron todo un enigma. En los cientos de años que tiene esta región jamás habíamos presenciado el nacimiento de un varón con ojos claros, fue algo desconcertante, sólo conocíamos varones con nuestras características. Esto también despertó nuestra curiosidad, el por qué de tal repentino origen. Hasta ahora no se sabe con exactitud que creó a los donceles, sólo sabemos que de parejas compuestas por un varón y una dama pueden surgir.

-¿Entonces por qué buscan emparejarlos con varones? ¿Que pretenden conseguir?

-Por lo mismo Sasuke, hace veinte años que aparecieron y ya están en edad suficiente, por fin podremos saber si varones y donceles pueden procrear más donceles.

-¿Por qué no donceles y damas?

-Ambos poseen los mismos aparatos para engendrar vida, sin embargo los donceles también tienen características masculinas, pero no significa que sean capaces de tomar el papel que sólo los varones podemos asumir. Ellos carecen de los órganos reproductores internos masculinos.

-¿Tan importante es esta investigación?

-Tú mejor que nadie lo sabe, los donceles son especiales. Además de procrear tienen peculiaridades especiales, cosas que los varones y las damas no poseen. Se han vuelto algo muy codiciado por las regiones y hasta ahora son escasos en comparación a la población normal. Un doncel puede actuar igual que un ejercito de 50 hombres.

-Y las regiones luchan por ellos.

-Así es, mientras una región tenga una elevada cantidad de donceles las demás regiones se quedarán al margen. No se atreverán a atacar a un lugar donde diez personas pueden derrotarlos a cientos, los donceles dan una sensación de protección, podemos asegurar el cuidado de la región si tenemos muchos donceles.

Sasuke organizó en su mente las verdades contadas, también desconocía la lucha que mantenían las regiones. Si supuestamente el origen de los donceles fue en su región, ¿por qué Naruto hablaba sobre ella cómo si jamás hubiese pertenecido? ¿tanto era el desprecio que le tenía a su hogar por estar encerrado?

Y no parecía un desprecio reciente, era algo que Naruto sintió toda su vida.

Debía escuchar la verdad de Naruto.

-Padre… ¿estás seguro de que el origen de los donceles fue acá?

Fugaku se sorprendió por la pregunta, pero pudo ocultarlo.

-Esta región fue una de las primeras en poseer donceles. Se podría decir que otro tema en discusión es el lugar de surgimiento de los donceles, pero al parecer nacieron en una época en común.

-Gracias padre.

-Adiós.

Cuando Sasuke desalojó el despacho, Fugaku se inquietó. Era realmente extraño que de un día para otro exigiera conocer el origen de los donceles, nunca fue mencionado ni era un tema de aprendizaje. Esa historia era un misterio y así debía quedarse.

Al parecer Sasuke estaba simpatizando con un doncel. Más de lo necesario.

Ya era de noche en la región, pocas personas transitaban por las calles y algunas otras finalizaban sus jornadas de trabajo. Sasuke volvió a su hogar y se dirigió al garaje, tomó la primera de dos llaves colgadas y se subió al auto ubicado al lado izquierdo.

Iría en ese mismo instante a visitar a Naruto.

Presionaba su mandíbula, la tensión conquistaba su cuerpo.

No le había creído ni un poco a su padre.

Le pareció una historia incluso entretenida, digna de enseñar en una clase como la leyenda más popular, además cualquiera que la escuchara creería que era un relato verídico. Conocía a la perfección a su padre, todo era posible con él, debía esperar que no fuese más que inventos de su clan para mantener la reputación que calificaban las otras regiones sobre la propia, además de la imagen de comunidad honrada que respetaban los pobladores.

Sasuke era inteligente, sabía que su padre ya desconfiaba de él. Y evitaría que accediera al recinto. Pero también sabía que su padre supondría que iría al hogar de los donceles el día siguiente.

El tiempo se acababa.

Estacionó su vehículo frente al vestíbulo, no desperdiciaría los minutos. Como era habitual ingreso sin siquiera observar a los guardias. Ojeó el lugar en busca de algún doncel pero tal parecía que se hallaban en sus habitaciones por las altas horas de la noche.

Su memoria mantenía intactas las palabras dichas por su padre, debían estarlo ya que se las diría a Naruto. Quizás no era de su incumbencia averiguar el pasado del que tanto se lamentaba pero ya se sentía involucrado, no podía detenerse porque su padre ya dudaba de su lealtad al clan y el amor hacia Naruto crecía y crecía sin control alguno. Como un simple lío en su corazón se transformó en una necesidad, y esta a miles deseos relacionados con Naruto donde todos buscaban su felicidad antes que todo.

Las luces iluminaban los extensos pasillos del segundo piso, caminaba por el edificio habitacional. Se quedó quieto al frente de la puerta de Naruto, debatiendo. Tal vez no era correcto lo que haría pero si quería formar parte de la vida del doncel tendría que confesarle la historia que su padre aseguraba para poder acercarse un poco más y al fin ganarse su confianza. Lo más probable es que abriría viejas heridas mal cicatrizadas, sin embargo era momento de dejar atrás su sufrimiento, el primer paso era afrontar el tema.

Antes de ingresar se preguntó algo que le inquietó: ¿hacía todo eso para ayudar a Naruto o simplemente era otro de sus actos egoístas?

Una gigantesca duda que no lo dejaría tranquilo pero en ese momento la desconocería para ceder al deseo. Abrió la puerta con la llave que hace tiempo le habían entregado, presionó el interruptor de luz fijando al instante su visión hacia el frente, dedujo que el bulto en la cama era su encantador doncel, cerró el único acceso a la habitación y caminó lentamente hacia su cuerpo.

-Naruto -Lo nombró susurrante-. Oye… debemos hablar.

Al no recibir respuesta posó su mano en lo que sería el brazo del doncel y lo apretó. Sus ojos se abrieron exageradamente, en seguida lanzó la sábana que supuestamente cubría su cuerpo. La imagen lo dejó pasmado.

Lo que creyó ser Naruto era su ropa acomodada de tal manera que pareciera su cuerpo a simple vista. Cerró su puño impactándolo contra la pared. Ignoró el dolor producto del golpe, fue el primer método que se le ocurrió para expresar su furia, volteó y revisó todos los rincones del lugar. Su respiración estaba agitada por la desesperación que sentía.

Naruto había escapado.

-Ese maldito irresponsable…

Un par de toques a la puerta le sobresaltaron.

-Joven Uzumaki, ingresaré.

Sasuke debía impedir que aquel funcionario pasara. Rápidamente cogió el pomo de la puerta y la abrió lo suficiente como para que sólo él fuese visto.

-Señor Uchiha…

-El doncel está acostado -Mintió-. Quiero decir que ya duerme.

-Si no le importa, necesito que me permita entrar.

-¿Insinúas que mis palabras no son dignas de confianza?

-¡N-no! Sólo…

-Desaparece antes que decida eliminar alguna conexión entre tú y este lugar.

El hombre temblaba, agachó la cabeza y trotó lejos de Sasuke Uchiha, que acababa de amenazarlo con despedirlo. Apagó la luz y cerró la puerta, podía jurar que aquel sujeto no se atrevería a rondar por ahí hasta el día siguiente.

El extenso jardín se hallaba despejado, la desaparición de Naruto aun era desconocida para los guardias, y por el bien de ambos era mejor ser él quien lo atrapara en plena huida. De nada servía enumerar los posibles lugares a los que podría haber ido Naruto para facilitar su escape, lo más efectivo era recorrer los límites del recinto.

Temía que demoraría bastante en encontrarlo ya que aquel sitio era amplio, lo suficiente como para darles la idea de vivir en un pueblito. Sus fuertes pisadas aplastaban las flores que se hallaban en su camino, arrancaba el cuidado césped y la tierra manchaba sus zapatos. Inspeccionaría todas las edificaciones, inclusive la pequeña recepción, creía que Naruto no elegiría esa vía como medio de escape pero debía asegurarse.

Ingresó a la recepción, un guardia se despidió de él creyendo que abandonaba el lugar. El corto pasillo fue recorrido en unos segundos, se detuvo en aquella sala casi vacía, dos secretarios, mujer y hombre, efectuaban sus labores, un caballero que desconocía reposaba sobre el cómodo sofá mientras charlaba con el guardia que custodiaba la puerta, mientras ordenaba en su portafolios una gran cantidad de hojas. Analizó la situación, las expresiones, los comportamientos. Descartó la posibilidad de que el doncel escapara por ahí, claramente podía si golpeaba a aquellos individuos que impidieran su plan pero el caos lo perseguiría.

Giró su cuerpo y se encaminó nuevamente al iluminado territorio de los donceles. Recargó su cuerpo sobre el muro construido a la izquierda del portal, observó cuidadosamente el paisaje que se extendía hasta la alta muralla de color gris, clara delimitación de recinto. Posó su mirada en todas las obras creadas a su lado derecho, un inmueble destinado a la recreación de los jóvenes donceles, con variadas instalaciones para satisfacer los variados gustos, lo más destacable de ese edificio era la piscina ubicada en el subterráneo, aquel estanque era el más visitado.

Sasuke, en su mapa mental, eliminó toda la zona que comprendía el edificio. Vio el lado contrario, aquel comedor, oscurecido por desuso en el anochecer.

Revolvió sus cabellos, desperdiciaba el tiempo de aquella manera, tal vez Naruto corría lejos de las instalaciones. Al frente suyo se ubicaba el cuidado y hermoso jardín, con asientos de madera y la infaltable fuente de agua, más allá las habitaciones de los donceles. Detrás de el, el sector experimental, una aterradora edificación con salas llenas de artefactos con los cuales examinaban a los donceles cada cierto periodo de tiempo. El sitio que aborrecían los muchachos, donde los varones escaseaban al igual que seguridad.

-No…

La cola de su abrigo se mecía por la rapidez con la que se desplazaba su cuerpo. Sasuke se reprochaba mentalmente, ¡era obvio! al otro lado de la pared paralela a la zona experimental se situaba un frondoso bosque de sombrías hojas, capaces de ocultar sus delatadoras características.

Evitó ser iluminado por los intensos focos, alejándose lo más posible de las murallas. Esquivó ágilmente los objetos que podrían provocarle una caída o golpearlo. Aunque ya le dolía el pecho no se detuvo, temía que al llegar se diera cuenta que Naruto se había fugado o que él tomó el camino equivocado.

La estrepitosa fricción de las suelas de sus zapatos y el cemento al frenar su caminata alarmó a alguien apoyado sobre la pared y sentado en el frío suelo.

Sus alientos eran observables en aquel gélido ambiente, solamente dos vahos en ese oscuro callejón, el brillante cabello rubio y el pequeño destello de sus ojos azules calmó su corazón.

Sasuke se aproximó hacia él, acarició su fría mejilla.

-Naruto…

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